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Óleo de Cristina Megía

domingo, 6 de septiembre de 2015

Las Ítacas

              Ten siempre a Ítaca en tu mente.
              Llegar allí es tu destino.
              Mas no apresures nunca el viaje.
              C.P. Cavafis. Ítaca


El sabor de tabaco de pipa,
como aquel famoso bizcocho mojado en té
al hipersensible Marcel,
me pone frente al joven que un día fui.

Hoy puedo mirarle a los ojos
y confesarle sin rubor:

No te he defraudado,
he mantenido firme el timón en tormentas y galernas,
los nudos han resistido los cantos de las sirenas,
y no he hallado en el camino, como recomendaba el poeta,
a lestrigones ni cíclopes,
ni al colérico Poseidón.

Al cabo de treinta años,
con las bodegas cargadas de hermosas mercancías,
ya diviso las costas de Ítaca.

Lújar - Tokio

Sentado en mi sillón,
en medio del alcornocal aniquilado por el fuego,
aspiro el olor a muerte
y escucho el silencio de la devastación.

Al otro lado del cortafuegos
se abre la ciudad de Tokio,
con su incesante y estridente ruido
y las luces de neón que nunca se apagan.


Solo un paso separa la muerte de la vida.